miércoles, 13 de junio de 2012

Aquella edad inolvidable...


Siempre pensé que era adoptada, pues, la diferencia entre mi extraña familia y yo me ha dejado mucho en que pensar. Con el crecer y el pasar del tiempo mis dudas se reafirmaban un poco más, pues, mis gustos han sido por lo regular bastante diferentes a los de ellos, mi pasión extrema por ciertas cosas y su eterno desapego chocan tanto como las personas cuando van a tomar el metro. 

Mis dudas de adopción comenzaron a despejarse cuando note el pequeño parecido físico que tengo con mi madre y bueno, no se si fue positivo o negativo, no sabía si pensar; ¡Qué bien, si soy de ésta familia! Ó ¡Qué mal, si soy de ésta familia!… Tan solo lo acepte, pero dentro de mí un terrible volcán de preguntas e intereses variados habitaba, pues comprendí que algún antepasado o algún alma de toda esta pequeña generación, a mi parecer, tendría que tener eso, algo de genética, ellos conmigo, yo con ellos. Fue así como te conocí.

Digamos que “te conocí”, no fue de la mejor forma posible de hecho, pero al menos te veía en algunas temporadas, te vi algunos días en meses variados. 

Recuerdo tus delgadas manos, tu suave pero arrugada piel, tan delicada como la seda, caminar junto a ti con tu mano entrelazada a la mía. Recuerdo perfectamente tus diminutos pasos al andar, tu olor, aquel olor que se me hacia un poco extraño a esa edad. 

Recuerdo también tu voz sin sentido y desubicada, tus preguntas incoherentes, tu puño bien cerrado con una moneda bastante apretada, hasta recuerdo el día que jugaste muñeca junto a mi. Aquellos días de inmensa niñez que jamás podre olvidar y aunque sinceramente no todo el tiempo puedo recordarla, esos preciados  días marcaron mi vida de una manera inigualable, nunca pensé que tú serias ese lazo genético que me haría estar segura de que no estoy tan equivocada y perdida como a veces pienso.

Yo no entendía mucho, era bastante joven para saber que era entender, tan solo creía que las cosas eran como me las decían y ya. Lo que sí sé ahora es que el valor tan inmenso que se le tiene a cosas tan pequeñas cuando somos niños es admirable, impresionante, sencillamente puro e ingenuo, lastima que al crecer y volvernos mas fríos, duros, golpeados, dejemos el valor a ciertas cosas que antes valorábamos sin saber, sin pensar, sin notar.

Fuiste la primera margariteña de la familia. Tu gusto por la lectura, la escritura, el arte y la educación, fue simplemente parte fundamental de tu vida, tanto así que hasta escribiste para una revista en aquellos años hermosas novelas de amor, “novelitas rosas” como le digo yo.  

Por fin me sentí identificada y con parentesco en la vida de otro ser humano, otro que tuviera mi sangre, que no fuera uno de esos personajes de lo que leo ó algún súper héroe que me guste. Pues, al crecer mi madre algún día me vio metida entre libros, recuerdo sus palabras tocarme de manera tan grata el alma, pues me dijo; “te pareces a mi madre carajo”… Sentí tanta curiosidad que pregunté el por qué, fue entonces cuando supe más de ti y cuando realmente te conocí, sin comillas ni nada. Al notar tu ausencia, no me quedó de otra que hacer otras mil preguntas, tu personalidad me lleno tanto de alegría y orgullo revoloteando por dentro, que ese día fue uno de los más significativos que he tenido.

Me di cuenta que ya no estaba tan sola en este loco mundo, que mi parentesco contigo es inevitable y que aunque ya no estés aquí, eso es una tontería porque si lo estás, ésta energía y ésta exploración de don y buenos hábitos, tuvo que venir de algún lado.

Entonces soy yo la única margariteña ahorita en la familia después de ti, soy yo la amante de los libros, la obsesionada con ser escritora así solo me lea una persona, la que se le paran los pelos de punta cuando visita un museo y siente aquel arte correr por los pasillos, impregnante, dominante, así parecido al momento en el que entras a una librería.

Aquellos días de viajar a La Guaira y compartir largas tardes contigo, tomaron más sentido, tomaron mas peso y valor en mi vida. Saber algunas cosas de ti, cosas que mamá recuerda y me cuenta, entonces la curiosidad sube de nivel y quiero saber un poco más. Días en donde viajar en ferry era como irse a París. Aún si cierro mis ojos, puedo sentir el chillido de los cientos de grillos por todas partes cuando caía la noche, la mata de mango en la acera de enfrente de la casa, aquella casa inmensa de tres pisos. Cosas que más nunca volveré a tener físicamente, pero que la sensación no se irá jamás. 

Las malas lenguas dicen que tu muerte fue a causa de una “brujería”, la envidia carcomía a ciertas personas, otros simplemente pensamos en lo obvio, a causa de tu marcada enfermedad, ahora entiendo porque a tu edad jugabas muñecas conmigo, el Alzheimer es una enfermedad de temer, así como muchas. Algo que acabó con tu vida al punto de ponerte irreconocible para los demás, al igual que todos éramos irreconocibles para ti, pues me confundías con tu hija.

Parecen malos recuerdos y táctilmente son los únicos que tengo de ti, pero no, no es así, no son malos recuerdos… Dicen que esa enfermedad es hereditaria, sinceramente eso no me preocupa, pues, si he de tener esa vida llena de cultura y de bondad haciendo lo que me gusta, no temo al final de ella pasar por eso que pasaste.

Me enseñaste aunque no lo sepas y ya no pueda decírtelo, muchas cosas, muchas se hace una palabra pequeña en este momento. Me enseñaste como esos miles de autores ya muertos me han enseñado, que aun estando muerta se puede aprender de alguien…
Marcaste mi rumbo de vida, me impulsaste a continuar muy orgullosa con esta enorme pasión que tengo, jamás pude decirte cuanto te amo y cuanto te ame aún después de haberte ido de éste mundo, pero lo que siempre voy a agradecerte es de haberme dejado una parte de ti, en mi mamá y en mi.

Pude volver a aquella casa, pasé de visita, de mirada... Ya no la veo tan inmensa.

Abuela, gracias.

miércoles, 11 de abril de 2012

Tómalo todo.


Yo estaba ahí rodeada de varios desconocidos, camino a un nuevo lugar, sentía un frío escandaloso que me llegaba hasta lo mas profundo de mis huesos, quizás este frío no era tan grande como para sentirlo de tal magnitud, pero, para mi si lo era y no obstante estaba ardiendo en fiebre, y tan solo, había tomado un leve antigripal muchas horas antes de que mi temperatura se elevara tanto…

Recuerdo perfectamente aquellos ojos que me miraban preocupados, aquellas manos que se frotaban junto a las mías para lograr calmarme un poco, las suaves sabanas que me arropaban y que parecían ser en vanas ya que no lograban algún cambio, las largas horas y tu cálida compañía, aquellos paisajes tan naturales que pude ver deslumbrada y ansiosa. Así poco a poco me fui quedando dormida entre luces nocturnas que pasaban por la ventana y se reflejaban en mi cara. Luego al despertar tú seguías ahí a mi lado, hablando un poco se fue pasando el tiempo hasta que por fin llegamos a nuestro destino y yo tan solo al quitar mi blusa caí muerta en un profundo sueño, fogaje y calor, el cual termino de pasar al otro día. 

¡Buenos días!  … Escuché aún medio dormida, percibí aquel olor de tu piel que tanto soñé y entonces comprendí que habíamos emprendido aquella hermosa y  agridulce aventura.
Comenzaron a correr aquellos tan esperados días, entre tomar tu mano y caminar ratos largos, variados autobuses y otras clases de autos que en mi pueblo no suelen usarse con tanta frecuencia, sonrisas, comida, nuevos lugares, pero sobre todo esa nueva sensación, algo que no había vuelto a sentir en mucho tiempo, algo aquí en el estomago pegado, extraño, diferente, algo que me hacia pensar que estaba en un profundo sueño del cual no quería despertar, con unas inmensas ganas de no apartarme de aquel lugar nunca más, de no soltarte.
Entre pequeños respiros y suaves besos me hacías sonreír sin parar, luego la pasión nos atrapaba con fuertes caricias y así la ropa iba cayendo al suelo, a la cama, a cualquier lado menos en nuestros cuerpos, pues, mi cuerpo solo estaba en el tuyo y así se convertía en la manera más pura de hacerme el amor.

Nuestra conexión era la más volátil que había podido experimentar, era un lazo profundo de sentimientos encontrados, era la mágica música que nos hacia volar al más allá, era la lluvia que cae desesperada de las nubes al no resistir más… 
El olor a naturaleza, la poesía, los libros, las películas, los animales, el arte, todo lo bueno nos invadía por cualquier lado… Tu me has hecho sentir estar en un cuento de hadas, en el cual jamás imaginé estar, pues, cuando la vida real te atrapa pierdes absolutamente toda esperanza de la magia, eso era lo que tu me hacías sentir, la mas simple magia, el mas hermoso cosquilleo, podías sacarla de cualquier lado, como que siempre hubiera estado ahí solo que no podíamos verla…

Entre una limpieza profunda de la habitación podíamos escuchar las hermosas melodías, y bailar al son de la misma, un poco de polvo, estornudos, sudor, besos muy húmedos, risas y tu tomando mi cintura… Cocinar y volver a caer un poco en la monotonía de aquellos días…
Cuando se habla de monotonía se huye, las personas solemos huirle a eso, pero en este caso no, el espectáculo de aquel amor sin medida hace que la monotonía cobre inmenso valor, aquellas palabras que han sido olvidadas, como un “buenos días, te amo, buenas noches, todo estará bien” volvían a tomar forma de alguna manera…
“Seríamos unos tontos si dejamos perder esto”…Te dije.
Solemos ser tan incrédulos que creemos que este tipo de encuentros es fantasía y tan solo pasa en el cine, pues no es así, en cualquier lugar del mundo por mas cerca o lejos que esté, sea a la edad que sea, llegue en el mejor o peor momento, todo esto puede ser mas que posible, puede ser tan táctil como el nacimiento de un niño luego de parecer imposible y estar encerrado en un vientre por nueve o quizás siete meses. La verdadera cuestión es saber manejar las cosas, pues, se siente tan inmenso y fuerte que no podemos controlarlo, llegamos a sentirnos estúpidos por no saber como manejar las  actitudes…

Al pasar algunos días, ahora tan solo recuerdo aquel momento como un terremoto, una explosión, una dinamita, ¿cómo es que leer cinco tontas palabras pueden hacerte cambiar en un instante absolutamente todo?

¿Cómo es que ahora puedo sentirme de esta forma? 

Vives en mi mente, todos los días, en mi tiempo, yo pienso en tu cara…. Y quizás nadie lo creería, siento tanto miedo de estos sentimientos, tu necesitas que yo no te necesite, simplemente eras mio…  No puedo entender lo que jamás he conocido.

El tiempo pasa y tan solo quedan dudas, miles de demonios de aquel día, aquel día en donde todo cambio, días que trajeron consigo una cantidad infinita de desilusiones, peleas, poca confianza y un poco de rabia… Mis sentimientos cambiaron tanto en ese momento, que solo quería aventarme de un precipicio.

Besaste mis labios mientras algunas lagrimas caían, oh mi querido amor.
Es tan ilógico que tanta perfección haya cambiado en tan pocos segundos… Dime tú por favor.
Quizás hoy ya te encuentres con alguien más, se que la vida te va a dar siempre lo mejor, mira dentro de tu mente, el tiempo no pasa en vano. Me enseñaste que el verdadero amor existe y arriesga.

Aunque siga sintiendo dudas y extraños miedos… Primero y único.
Aún puedo sentir tu corazón. Nadie es perfecto, lo aprendí. 

Ven y tómalo todo… No mires atrás, a esta idiota que se derrumba, tómalo todo con mi amor.
Tal vez debería irme y así ayudarte a ver que nada es mejor que esto…  

Cambiaré y me adaptaré, si tan solo supieras….

“Seríamos unos tontos si dejamos perder esto”… Te dije. Lo fuimos...

Ven y tómalo todo con mi amor.


NOTA: posible prólogo para uno de mis libros.