domingo, 18 de septiembre de 2011

"La vida es una eterna despedida"...


He soñado muchas veces con tu cara… 

Me pregunto cómo sería tu cabello, tus ojos, tus gustos, hasta tu tono de voz.
He soñado cosas tan simples, pero se me van de la mente como el agua, corren deprisa, porque solo las he soñado, las he imaginado, me las he inventado, pero jamás logre verlas en realidad.
Me dijeron que eras de piel un poco tostada, cabello abundante y de color negro azabache, y ojos un tanto azules. Me dijeron que eras pequeña y muy bonita, que tus labios eran como pintados por un delgado pincel, el más delgado de todos, y así, con esas pequeñas características tuve que armar un rompecabezas de ti en mi mente para ponerle imagen a todo lo que he soñado o he querido de ti en forma tangible.

A veces me pregunto cómo sería mi vida si estuvieras aquí, sé muy bien, que no solo hubieras cambiado mi vida, sino la de muchos.
Me pregunto también si me hubieras querido tanto como yo te quiero, si te hubiera importado como me importas tú a mí, que profesión hubieras escogido, que grupos escucharías, si leerías libros como yo o no.
Quizás te aburrirías de mis cuentos, lo que si estoy casi segura es que hubiera tenido de tus consejos por montones, y tal vez yo en algún momento desesperado de tu vida te hubiera aconsejado a ti.

Como me gustaría escuchar tu voz diciéndome lo orgullosa que estarías de mí o sentir un cálido abrazo tuyo cada día. Tener peleas de vez en cuando, ¿por qué no? A la final hasta las peleas nos sirven de algo, pues, nada es en vano.
Así como quizás no es en vano el hecho de que tú no te encuentres conmigo, con nosotros, entonces yo no estaría aquí escribiendo esto, tal vez estaríamos un domingo como este viendo una película, pintándonos las uñas o hablando de cualquier tontería que para nosotras sería importante.

Cuando el viento golpea mi cara, siento que estás ahí, hablándome de lejos, tocándome, empujándome a seguir adelante y tratando de ayudarme a ser mejor cada día.

He sentido tantas veces la responsabilidad de ser alguien sobresaliente, por ti y por mí.

Es tan injusta la vida, no te voy a mentir. Siento tanta rabia y más de unas lágrimas han rodado, cuando ya mi lado positivo no da más y me invade la nostalgia, ¿por qué tú?, habiendo tanta gente, aunque nadie lo tenga merecido a mi parecer ¿por qué tú?, ¿por qué no te dieron al menos una oportunidad? Sé que si estuvieras aquí, en las circunstancias que hoy nos encontramos, tú hubieras cambiado muchas cosas.

Son respuestas que tan solo quedaran ahí porque nadie, absolutamente nadie podrá responderlas.

Compartiré que cuando tenía como siete años, le hice un diminuto dibujo a nuestra madre, uno de los cientos de dibujos que le he hecho. En ese dibujo, aun así siendo tan pequeña e inocente, te dibujé a ti, acostada en una especie de cama, dentro de una nube, o quizás un ataúd, no lo sé, tenía mucha imaginación en realidad y tengo textualmente lo que escribí con mi pequeña letra de niña poco legible, pues aún lo conservo, decía: “Mamá perdón si te molesto pero es alco muy triste porque mi ermanita se tubo que morir llo orita cuando te escribi esta carta llore llo quiero mas a mi ermana que yeiko llo cuando tu estabas labando llo en mi cuarto estaba llorando llo no puedo jugar con yeiko muñeca porque el es un baron si mi ermana estuviera viva llo fuera feliz y jugara mullo perdón llo quería que ella viviera. Perdón por el dibujo”. Cosas de niña, cosas que no se piensan, tan solo se sienten y se dicen.
  
Fue conmovedor el hecho de ser tan pequeña, saber una verdad tan grande, aceptarla, y llevarla en mí por el resto del tiempo.

Hay días donde la vida no nos deja sentarnos a recordar ciertas cosas, pequeñas cosas que son tan pero tan importantes para nuestro mundo como seres humanos, bien sea por necesidad, por estar ocupados, por la rutina, por cualquier cosa. Sea como sea, casi todos los días de mi vida trato de encontrar algunos minutos de mi tiempo y te pienso, en silencio, al despertar, muchas veces al dormir mientras hago mis reflexiones del día, cuando estoy en un aprieto, confieso que hasta te he rezado porque creo en ti, en lo que eres para mí, creo en esa energía intachable que traspasa cualquier mundo entre el tuyo y el mío. Porque sé muy bien que tú estás aquí conmigo, ahorita, a mi lado, mientras escribo estas líneas. Caminado, en el cine, en el trabajo, en cualquier parte.

Lo veo ya de manera diferente, aunque el sentimiento no deja de incomodar y molestar. Pues nunca te conocí, quizás si te hubiera conocido y esta situación hubiera pasado después, todo sería mucho más difícil, quizás eres tan pura que no fuiste hecha para estar en esta tierra, o quizás tan solo tu cuerpo se separó de tu alma, y yo he sido tu reencarnación, sí, lo sé, suena un poco descabellado, pero es lo que pienso.
¿Quién dijo que te fuiste? Estoy aquí, y yo soy tú o tú eres yo, porque esa oportunidad sí te la dieron, me la dieron a mí cuando pensé que iba a morir, sé que fuiste tú quien me ayudó de lejos.

Sea cual sea el factor, el motivo, la excusa, te llevo aquí en mi alma cada día, con cada respiro que doy, este corazón que late tan fuerte traspasa cualquier barrera posible entre la fantasía o la realidad, entre lo irreal y lo posible.

Sé que no me alcanzaran ningunas páginas para decir tantas cosas, y lo leeré en voz alta para que me escuches hermana, porque no solo he hablado contigo a veces en voz baja por las noches, porque así como hay niñas que son celosas de sus hermanas o egoístas con sus juguetes, yo por el contrario si hubiera querido que estuvieras a mi lado, prestarte mis muñecas, peinar las Barbies contigo, dibujar, comer, hablar, o compartir tu suéter favorito. Cosas tan simples y cotidianas que no toman valor sino una vez que desaparecen.

Seré esa mano que tome la de mamá, que cuando tome mi mano, también esté tomando la tuya, que cuando me vea, también te vea a ti, que cuando me ame, también te amé a ti.

Toca mi alma, que caliente ese sol, que brillante esas estrellas, que profunda la noche en su inmensa oscuridad, que grande la luna, que extraordinario el mar, estás ahí, estás aquí.

Sonreiré, ya que no podre ver una sonrisa en tu cara lo hare por ti.

Como decía Neruda, “La vida es una eterna despedida”. Y con cada despedida comienza una nueva historia.